Miran al cielo buscando respuestas. No a la tierra oscura, en la que de un día para otro un brote verde se ha levantado discretamente. Gritan al cielo sus preguntas, saltan y cuando se rebelan vacían al viento sus pulmones rabiosos y tristes. Más les valdría tropezar con una piedra y darse de bruces. Ahí habría una buena pregunta, en una boca llena de tierra, sangre y hierba.
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